Capitulo 1




 Los oídos me iban a explotar, las luces me mareaban, claro, no tanto como la tercera margarita que iba tomando, en fin, a pesar de ello todo estaba bien.

El bar en el que me encontraba era muy concurrido, la música muy buena y los chicos mucho mejor, aun no sabía cómo había tenido las agallas de entrar sola… otra vez, por enésima vez.

Pero es que estaba harta de la soledad de mi habitación, de la monotonía de todos los días, de esperar ilusamente a que él volviera, por eso siempre regresaba aquí, al mismo bar de siempre, a dejarme llevar por el deseo, por el cuerpo, la pasión…sin embargo que cobarde me sentía en este instante, apoyada en la barra con la vista gacha sumida en mis pensamientos, hablando conmigo misma, como siempre. Indecisa si quedarme o salir huyendo... ¿qué hacer?

¿Bailas?- esa simple palabra hizo que me sonrojara a no más poder, esa voz ronca y sensual al mismo tiempo, a pesar del gran ruido, la habría reconocido en cualquier parte, instintivamente alcé la mirada para encontrarme con esos peculiares ojos verde esmeraldas, los cuales me observaban con aparente superioridad, luego inconscientemente y maldiciéndome por ello, baje la mirada hacia sus labios, los cuales se formaron en esa típica sonrisa pícara que me encanta, no sé cuándo tiempo transcurrió para luego de ello.

Simplemente lanzarme a sus brazos.

Tardaste mucho- le respondí con tristeza

Lo siento- se excusó- créeme que si hubiera podido, llegaría más temprano, compréndeme- me susurro al oído.

Lo sé, lo sé - suspiré, aun no lo soltaba y aproveché la oportunidad para inhalar el adictivo aroma que desprendía de su cuerpo, más exactamente por su cuello, mezcla de menta, almizcle y algo más, su olor peculiar y natural, ese que me intoxicaba por completa.

Estabas con ella ¿verdad?- No pude aguantarme, tenía que preguntarle, si había estado con ella, su novia.

Si - me contestó secamente, era más que obvio que no le gustaba la pregunta que le había hecho, así que rápidamente intente cambiar el tema.

Vale, vale, y como estas, ¿todo bien? ¿Qué tal el trabajo? ¿Y tú, ¿estás bien?- le pregunté sin ganas.

-         Todo bien, ahora que estoy a tu lado- se desasió de mi agarre solo lo suficiente para poder levantar mi rostro con una de sus manos- pero aun no respondes mi pregunta, ¿bailamos?

No sé cómo lo hizo, pero en ese mismo instante, todo miedo y confusión desapareció de mi mente, ese mar de esmeralda se fundió con el chocolate de mis ojos y yo solo pude decirle.

-Claro.

Me sonrió abiertamente y sin poderse aguantar comenzó a reírse, mientras nos habríamos paso a la pista de baile

¿De qué te ríes?- le pregunté toda curiosa.

-Pues de tu cara, que más iba a ser, pones carita de boba cuando me miras.

-Ja ja , muy graciosito - le contesté malhumorada.

-Pero no cabe duda que tu carita de gatita enojada es mi preferida -recitó alegremente guiñándome un ojo.

-Ya cállate y vamos a bailar - Era obvio que se la pasaba de lo lindo molestándome, yo sentía mis mejillas arder de la vergüenza, se burlaba por como lo miraba, que tal raza, la culpa era de él por deslumbrarme de esa forma.

Sonaba una salsa espectacular y de manera elegante, tomó mi mano derecha y con la otra me acercó hasta su cuerpo tomándome de la cintura y yo temblé de deseo.

Era increíble todo lo que él podía provocar en mí, con tan solo un roce, un susurro al oído, una simple sonrisa o una inocente mirada.

Bailábamos con total destreza y naturalidad, me encantaba bailar con él, éramos tan sincronizados, como si estuviéramos hechos el uno para el otro, ese simple pensamiento me hizo sonrojar, eso era una tontería y no debería pensar en cursilerías como esas, esto solo era un amorío de una noche, o varias noches… teníamos nuestras reglas y la primera de ellas era, no enamorarse, quien se enamora pierde y que bien lo sabía yo… Volví a la realidad cuando noté que me soltó de repente y su mano fue a dar a uno de sus bolsillos evidenciando su celular.

Puso mala cara al ver quién era el o mejor dicho la remitente y con un gesto de disculpa se apresuró al baño de caballeros dejándome sola en la pista de baile.

- Siempre es lo mismo…-pero yo ya sabía en lo que me metía...ya me voy a cansar...ya verás...te voy a dejar…uffff...- suspiré- tranquila él va a regresar, siempre lo hace - resignada me dirigí al bar y tan despistada como iba choqué con una persona, más específicamente un hombre, alto de tez morena y cuerpo muy, pero muy bien formado, me sonreí interiormente.

-Dulzura, cuidado por donde caminas

-Lo siento -contesté toda cohibida.

-Por supuesto mi amor, te perdono si bailas conmigo- me dijo acercándose peligrosamente dispuesto a no obtener un no como respuesta y justo en ese instante.

Él apareció lo tomó por el hombro y le dijo:

-Ella viene conmigo

-Ok - bufó el galán y se fue mascullando entre dientes.

-No puedo dejarte ni un instante que ya vienen a fastidiarte

Lo sé lo sé- toda pagada de mí misma, sonreí acomodándome un mechón de mi cabello.

El alzo la ceja y comenzó a reírse por mi ocurrencia, luego me tomó en brazos y rozó sus labios con los míos.

-Te deseo tanto Alba, vamos, salgamos ya de aquí- susurró con desesperación.

Lo que tú digas mi amor.- contesté ansiosa.

Hacía demasiado frio fuera y Ángel de manera galante se quitó el saco y lo posó sobre mis hombros, Él era todo un caballero, el hombre perfecto, todo lo que una mujer podría soñar, lástima que ya tenía dueña.

-Ayer te llamé tres veces por la tarde y no contestaste, ¿Qué hacías?- preguntó haciéndose el desinteresado.

-Me duchaba- le contesté bien fresca.

-¿Desde cuándo te duchas en las tarde? Me interrogó

-Tenía calor, a poco es un delito.

-Eres malísima para mentir, estabas con alguien- afirmó.

-De verdad quieres que te responda?

-Llegamos. -sentenció.

Silencio. Estacionó el auto, se bajó de el y abrió la puerta del copiloto ofreciéndome su mano para bajar, con el rostro sumamente serio nos dirigimos a nuestro "refugio" como nos gustaba llamarlo.

-Ben, el mismo cuarto de siempre, y súbeme una botella de vino.

Hola Angel, señorita Alba, buenas noches.

Hola Ben qué tal?- le sonreí

Ben le dio la llave, y nos fuimos, por el recorrido de siempre, el de todos los viernes por la noche, durante ya casi siete meses.

Apenas abrió la puerta me acorraló contra la pared, poniendo sus manos en mi cintura y besándome en la parte inferior de mi cuello diciéndome.- no te atrevas a mentirme nunca más pequeña pinocha

Sabes que eres solo mía Alba, lo sabes- jadee- y tú eres solo mío Angel ¿lo eres?- ávida de sed, me pegué a su cuerpo y con manos ansiosas comencé a desabotonarle uno a unos los botones de su fina camisa de seda negra, al parecer lo hice demasiado lento, ya que él mismo decidió quitarse la camisa, mostrándome al instante un torso desnudo y perfecto.

Con la mirada radiante alcé mis manos al cielo incitándolo a que me quitara el vestido azul que llevaba puesto, y él condenado sí que lo podía hacer de manera lentísima, como torturándome.

Oh por favor hazlo ya – le bufé

¿Estamos ansiosos?- se burló.

-No que eras tú el que me deseaba tanto- imité su vos soltando una carcajada.

-Muy graciosa mi chiquita.

Ángel se detuvo para inspeccionarme de la cabeza a los pies, con esos ojos suyos tan repentinamente oscurecidos por el deseo y la sed - Eres tan hermosa.

Instintivamente me cubrí los pechos con mis manos, sé que era algo estúpido, pero, hasta ahora me avergonzaba que me mirara de esa manera tan salvaje, como un cazador acechando a su indefensa y provocativa presa, o sea yo.

Con manos fuertes, tomo las mías y las bajó poco a poco rozando unos de mis pezones y yo suspiré de placer, cerré los ojos fuertemente, esperando que empezara ya, con su tortura celestial.

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